Tanatología y duelo: cómo sanar después de una pérdida por suicidio
Karen Bejar & Karla Loperena
November 20, 2025
Entrevista de la Tanatóloga Karen Bejar a Karla Loperena
Cuando el dolor llega sin aviso
Hay pérdidas que rompen la vida en dos. La muerte por suicidio deja silencios difíciles de nombrar, preguntas sin respuesta y emociones que se mezclan entre la tristeza, la culpa y la confusión. La tanatología ofrece un espacio para comprender este dolor, para acompañarlo sin juicio y transformarlo en un proceso de amor hacia quien partió y hacia uno mismo.
El duelo por suicidio no se trata de olvidar, sino de aprender a vivir con lo que ocurrió, sin cargar culpas que no nos corresponden. Cada historia es única, y cada paso hacia la aceptación es un acto de valentía y de amor propio.
La importancia de hablar y acompañar
El silencio puede volverse un peso insoportable. En estos casos, hablar salva, compartir sana. La tanatología enseña que nombrar lo que duele permite liberar el alma del miedo y la culpa. Acompañar a una familia que ha pasado por una pérdida así requiere empatía, tiempo y escucha profunda.
Buscar apoyo profesional no es debilidad, es cuidado. Los tanatólogos, psicólogos y acompañantes emocionales ayudan a integrar la experiencia desde un enfoque humano, amoroso y esperanzador.
El papel de la familia en el proceso de sanación
Las familias que enfrentan el suicidio de un ser querido suelen vivir una ruptura profunda. El entorno se llena de preguntas: ¿Por qué? ¿Qué hicimos mal? ¿Cómo seguimos? Pero el duelo compartido puede ser un puente hacia la reconstrucción.
Reunirse, recordar con amor y permitir que todos expresen su dolor sin miedo es fundamental. La tanatología invita a comprender que el suicidio no define a la persona ni a su historia, sino que forma parte de una lucha interna que merece comprensión y respeto.
Honrar la memoria desde el amor y no desde la culpa
Honrar la memoria significa recordar los momentos hermosos, las risas, los abrazos, los aprendizajes. Significa dejar que la vida del otro tenga sentido más allá de su partida. Algunas familias eligen conservar las cenizas en urnas, o resguardarlas en nichos o criptas dentro de una funeraria, como una forma simbólica de mantener viva la conexión espiritual con quien partió.
Lo importante es que ese espacio represente paz y amor, no dolor. Cada decisión tomada desde la conciencia y el corazón se convierte en una manera de sanar.
El proceso del duelo por suicidio
El duelo por suicidio no sigue reglas. Hay días de calma y otros de tormenta, momentos de paz y otros de enojo. La tanatología ayuda a comprender estas emociones, a darles nombre y lugar, sin juzgarlas.
Algunos pasos importantes son:
Aceptar la realidad: no significa estar de acuerdo, sino reconocer lo ocurrido.
Expresar emociones: llorar, escribir, hablar o crear son formas de liberar el dolor.
Perdonar y soltar la culpa: la culpa solo prolonga el sufrimiento. Perdonar no es olvidar, es liberarse.
Recordar con amor: reconstruir el vínculo desde el amor permite integrar la pérdida.
Cómo acompañar a alguien en duelo por suicidio
Si conoces a alguien que ha vivido esta experiencia, tu presencia puede ser el mayor consuelo. No hace falta tener las palabras exactas, solo estar, escuchar, abrazar.
Algunas recomendaciones:
Evita frases como “ya pasó” o “sé fuerte”.
Valida sus emociones, sin minimizarlas.
Acompaña en los trámites prácticos si es necesario, como la elección de urnas o nichos.
Sugiere apoyo tanatológico o psicológico cuando la persona esté lista.
El amor y la compañía constante son pilares que ayudan a salir adelante.
Conclusión: de la oscuridad a la luz
Hablar de suicidio no es hablar de muerte, sino de humanidad. La tanatología y el acompañamiento emocional nos enseñan que incluso del dolor más profundo puede nacer comprensión, empatía y fortaleza.
El duelo es un proceso de transformación: no se supera, se integra. Y cuando logramos mirar hacia atrás con gratitud en lugar de culpa, el amor se convierte en el puente que une la vida con la memoria.
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